Mientras el mundo centra su atención en los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, una revolución silenciosa en el campo de la inteligencia artificial está siendo impulsada desde los países nórdicos. Empresas con una herencia que se remonta a la era del cableado físico y los primeros teléfonos móviles, como Nokia y Ericsson, están emergiendo como arquitectos clave de la infraestructura que hará posible la próxima ola de innovación en IA. Su transición, desde iconos de la comunicación personal hasta facilitadores esenciales de la economía de los datos, es una de las narrativas tecnológicas más subestimadas de la década.
El legado infraestructural: la base oculta de la inteligencia artificial moderna
La discusión pública sobre la inteligencia artificial a menudo se centra en los modelos de lenguaje o las aplicaciones de consumo. Sin embargo, el verdadero sustrato que permite el entrenamiento y despliegue de estas tecnologías es la red. Nokia y Ericsson, lejos de ser reliquias del pasado, han pasado décadas construyendo y optimizando la columna vertebral digital global. Su experiencia en conectividad, latencia ultra baja y fiabilidad es ahora un ingrediente crítico. Sin redes de alto rendimiento, la promesa de la IA descentralizada y en tiempo real simplemente se desvanecería.
Este rol como facilitadoras invisibles es análogo a su histórica contribución con el icónico juego de la serpiente en los primeros Nokia. Aquella simple aplicación no definió el hardware, pero demostró el valor del software en un dispositivo de comunicación, un primer paso conceptual hacia un ecosistema móvil complejo. Hoy, su trabajo en los cimientos de la red cumple una función similar: habilitar experiencias avanzadas que otros desarrollarán. En el contexto europeo, esta posición es estratégica, ya que asegura un grado de soberanía tecnológica en un componente fundamental para la competitividad futura.
De la conmutación de circuitos a la orquestación de datos
La evolución técnica de estas compañías refleja el cambio de paradigma. Su conocimiento ya no reside sólo en transmitir voz, sino en gestionar flujos masivos de información de manera inteligente. Han transformado su experiencia en ingeniería de redes para crear sistemas que pueden:
- Autoorganizarse y predecir fallos usando algoritmos predictivos.
- Asignar dinámicamente recursos de computación en el «edge» o borde de la red para reducir la latencia de las aplicaciones de IA.
- Gestionar de forma autónoma la eficiencia energética de miles de antenas, un punto crucial para la sostenibilidad de la infraestructura digital.
Aplicaciones concretas: cómo la IA de Nokia y Ericsson ya está modelando el futuro
Lejos de ser proyectos de laboratorio, las implementaciones de inteligencia artificial por parte de estas firmas ya están desplegadas. En el corazón de la transición hacia el 5G-Advanced y el 6G, la IA es el elemento que diferencia una red meramente rápida de una red cognitiva. Ericsson, por ejemplo, integra IA en su portafolio para permitir la optimización en tiempo real de la cobertura y la capacidad, aprendiendo de los patrones de tráfico de los usuarios. Nokia aplica aprendizaje automático para la ciberseguridad de las redes, detectando y neutralizando amenazas de forma proactiva.
Para España, un país con una ambiciosa agenda de digitalización y despliegue de 5G, esta evolución tiene implicaciones directas. La modernización de las redes de los operadores locales con esta tecnología nórdica permite sentar las bases para casos de uso avanzados en industria 4.0, logística inteligente o telemedicina de precisión. La fiabilidad y baja latencia habilitadas por estas redes potenciadas con IA son lo que hará viable, por ejemplo, que una fábrica en Burgos opere con robots coordinados a distancia o que un cirujano en Barcelona pueda asistir en una operación en tiempo real en un hospital rural.
El ecosistema abierto y la colaboración como estrategia
Un aspecto distintivo de su aproximación es el énfasis en la colaboración y los estándares abiertos. A diferencia de los modelos de plataforma cerrada, Nokia y Ericsson trabajan con cloud providers, desarrolladores de software y la comunidad de código abierto. Esta estrategia busca crear un ecosistema saludable donde la inteligencia artificial de red pueda florecer en múltiples frentes. Fomentan interfaces de programación (APIs) abiertas que permiten a terceros crear servicios innovadores sobre la infraestructura de telecomunicaciones, democratizando el acceso a capacidades de red avanzadas.
- Ericsson promueve su plataforma «Ericsson Intelligent Automation» para que los operadores automaticen operaciones.
- Nokia ofrece su «AVA» (Algorithms, Virtualization, Automation) como suite de soluciones basadas en IA para la nube.
- Ambas participan activamente en consorcios como la «AI-RAN Alliance», fusionando IA y redes de acceso radio.
Conclusión: invitadas secretas, pero pilares fundamentales
La narrativa de Nokia y Ericsson como «invitadas secretas» es poderosa porque resalta una verdad a menudo pasada por alto: la innovación más disruptiva no siempre llega con el mayor bombo publicitario. Su revolución es de capas profundas, en la infraestructura que sostiene nuestro mundo digital. Al embeberse de inteligencia artificial, no están simplemente adoptando una tendencia; están redefiniendo la naturaleza misma de las telecomunicaciones, transformándolas de un utility estático en un tejido nervioso dinámico, adaptable y cognitivo para la sociedad.
Para Europa, y para España en particular, contar con actores de este calibre en un campo tan estratégico es un activo invaluable. Garantiza que una parte crítica de la cadena de valor de la IA del futuro —la red— tenga un desarrollo independiente y competitivo. Su viaje, desde el juego de la serpiente hasta orquestar la inteligencia artificial distribuida, es un recordatorio de que en tecnología, el futuro a menudo es construido por quienes mejor entendieron los cimientos del pasado.
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